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Debemos educar para la incertidumbre · El País

Un profesor que piensa que sabe, difícilmente sabe, porque el que sabe se da cuenta de que no sabe”.


Desde luego, la educación no es lo que más ha cambiado en la historia. Cambios de pizarras por pantallas, libros a lomo de mulas por libros en el ciberespacio, unas personas que “enseñan” y otras que “aprenden”, inteligencia natural por inteligencia artificial. Todo cosmética, pero la esencia de la educación, en muchas oportunidades, padece de regresión negativa, pues la enseñanza y el aprendizaje de los antiguos griegos superaba el pensamiento unidimensional actual, la universidad despersonalizada y masificada, narcisista, carente de alma y abundante de gadgets, números e individuos anónimos. La cosmética sería aceptable como herramienta muy secundaria si no se utilizase para ocultar la fea e inapropiada realidad y las malas prácticas educativas entre personas.

A continuación, transcribo fielmente la entrevista que me hizo Íñigo Marauri para El País, el 27 de enero de 2004, cuando inicié mi sabático en la Universidad de Deusto, y de la que no eliminaría una coma de lo que expresé hace 21 años.

Miguel Ángel Escotet hace honor a su cargo de director de la cátedra UNESCO de Historia y Futuro de la Universidad. Con 27 libros a sus espaldas, ha dirigido, investigado y reflexionado en centros universitarios y organismos públicos de medio mundo. Ahora ha decidido establecerse en la Universidad de Deusto, donde la semana pasada participó en un simposio internacional sobre docencia universitaria.

Mararuri. ¿Qué transformaciones se están produciendo en la docencia universitaria?

Escotet. En primer lugar, las nuevas tecnologías han sobrepasado a la universidad. Muchas veces hay más aplicación de estas en la casa que en la propia institución universitaria, y tiene que ponerse al día en esta nueva dimensión. Segundo, el paso de minifundios unidimensionales de las disciplinas a procesos multi, inter y transdisciplinarios, que va a ser una tendencia mundial, y, tercero, ya no se va a preguntar si hay universidades públicas o privadas, sino si hay universidades buenas o malas. Y en todo ello sobresale el hecho de que la universidad debe pasar de una entidad centrada en el sujeto que enseña a una institución centrada en el sujeto que aprende.

Mararuri. ¿Está el profesorado preparado para esta transformación?

Escotet. No. Tampoco tiene la culpa, porque nadie les ha orientado ni ayudado. Para mí, aquí todo radica en un sentido ético. Un profesor que piensa que sabe, difícilmente sabe, porque el que sabe se da cuenta de que no sabe. Es más, cuando una persona se siente en posesión de la verdad, le es muy difícil cambiar. Una de las cosas que tiene que aprender el profesor universitario para cambiar es aprender a escuchar, y el profesor se ha acostumbrado mucho a hablar y muy poco a escuchar. Este es un gran reto que tiene la universidad.

Marauri. ¿El nuevo modelo pedagógico que está implantando la Universidad de Deusto sigue ese camino?

Escotet. Deusto ha dado un paso enorme, es uno de los factores que más me ha motivado a venir a trabajar, está inmerso en una innovación pedagógica e institucional. Va a ser un proceso largo, que va a afectar no solo a los profesores, también a los alumnos porque vienen con una carga de la educación secundaria distorsionada, centrada en el sujeto que enseña, y cuando vienen a la universidad quieren un poco más de lo mismo, y se asustan, como los profesores, ante los cambios. En mi último libro hablo de que debemos educar para la incertidumbre y, desgraciadamente, educamos para la certeza.

Marauri. ¿Qué futuro augura a la universidad?

Escotet. La universidad ha estado un poco alejada de la sociedad y tiene que estar más imbricada, porque es un reflejo de la sociedad misma. Un segundo punto es que la universidad tiene que transdisciplinarse. Es muy importante que los profesionales sepan mucho de lo suyo, pero también que sepan suficientemente de lo que no es suyo, algo que ahora no está ocurriendo. El tercer punto es que la universidad tiene que pasar de un sentido que ha sido puramente cognitivo a un proceso afectivo donde hay que educar el talento y también el talante. Ahí creo que ha fallado la universidad y todo el sistema educativo.


© 2025 Miguel Ángel Escotet. Blog Cajón de Sastre. Todos los derechos reservados. Se puede reproducir citando la fuente y el autor. Esta es la entrevista en su versión original que publicó El País en su edición del 27 de enero de 2004 y que puede leerse en su versión digital en este enlace: artículo de El País.