Aprender para el futuro no sólo es estar al día, no sólo es acumular conocimientos, es aprender a cambiar, aprender a pensar, aprender a escuchar, aprender a cuidar, aprender a compartir, aprender a crecer, aprender a seguir aprendiendo, aprender a llegar al itinerario bajo del río de la vida, es aprender a morir. Es en definitiva aprender a saber ser.
La universidad, indefectiblemente, nace y se desarrolla vinculada a un momento histórico, a un lugar y un contexto determinados con la misión de ofrecer respuestas a las necesidades de su inevitable acontecer. Al mismo tiempo, asume el desafío de influir y transformar esa realidad desde su carácter de institución universitaria.
Ambos aspectos le imprimen una marcada naturaleza innovadora, exigiéndole una constante adaptación al devenir de los acontecimientos, constituyendo este un proceso continuo e interminable de superación y evolución, de adaptación al cambio, orientado siempre al progreso humano y su hábitat y a la mejora social. En este sentido, la universidad es, en su concepción originaria, una institución de vanguardia.
En el actual momento histórico, en el que afrontamos una vez más un cambio de paradigma definido por la velocidad, el alcance, el impacto en los sistemas y en los modos de vida de las personas, la universidad y la educación se hacen más necesarias que nunca.
Estos aspectos: la evolución, la transformación o el cambio son conceptos inherentes al pensamiento humano que, desde el inicio de los tiempos, han ocupado la atención de filósofos, poetas, científicos o pensadores. El filósofo jónico del siglo VI a. c, Heráclito de Éfeso, afirmaba que «ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos, porque nada es permanente a excepción del cambio». Este pensamiento pasó al pre-renacimiento con Jorge Manrique, también a través de la metáfora del agua y del río, en cuyas Coplas a la muerte de su padre comparaba la vida con un río que, decía, «va a dar en la mar, que es el morir».
Ambos señalaban como la impermanencia en el sentido budista de que nada perdura, todo se destruye, todo cambia, impermanencia del estado físico y espiritual como el impulso del torrente natural y anímico al que estamos sujetos. Siglos después, la metáfora del agua como alegoría del cambio nos llega de la mano del gran pensador utópico escéptico y sociólogo polaco Zygmunt Bauman. Creador del término “modernidad líquida” sostenía que la imagen de la liquidez es una figuración de la transitoriedad en la que nuestra sociedad está instalada. Por siglos, los pueblos han construido su vida alrededor de los ríos. El sustento, la biodiversidad, el comercio, la cultura y la tradición giran en torno a ellos. Los ríos han sido inspiración de vida y cambio.
Lo cierto es, que los momentos sucesivos de la inevitable evolución se fundamentan en el cambio mismo, sin que éste engendre necesariamente una crisis. El cambio que engendra una crisis, como vengo siempre repitiendo, es el que elimina un sistema de valores e introduce otro nuevo, como ya señaló Ortega y Gasset en su obra, En torno a Galileo. El cambio es la ley misma de la evolución, mientras la crisis es la ruptura. En definitiva, la crisis se produce por no estar preparados para el cambio.
Ninguna época en la historia ha dejado de estar en un proceso de cambio. Sobrevivieron los que pudieron ser parte del cambio mismo. Hoy seguimos inmersos en el gran río del devenir de la historia, marcado por la fugacidad y las transformaciones exponenciales. Un contexto en el que la universidad debe liderar, como decía al inicio, la conciliación con el cambio en su doble vertiente de actor capaz de modificar la realidad y a la vez como institución que debe anticiparse a ella, preparando al ser humano para las metamorfosis de su tiempo y para las eventuales crisis inherentes al cambio.
En este sentido, nuestra Universidad Intercontinental de la Empresa (UIE) es en su concepción y evolución, un modelo de cambio. Como hemos visto en el vídeo de apertura, se ha ido transformando con los tiempos: es la evolución natural de las más de tres décadas del IESIDE, el Instituto de Educación Superior Intercontinental de la Empresa, creado por Afundación, la Obra Social de ABANCA, y que en su día fue la primera escuela de negocios creada en el noroeste español. Como universidad, fue reconocida por la ley del Parlamento de Galicia el 15 de julio de 2021, previa autorización del Ministerio de Universidades del Gobierno de España. Pero no solo en sus orígenes lleva impresa la huella de la evolución, sino que orienta su estrategia académica hacia el avance de la ciencia, la tecnología, el emprendimiento, y la sostenibilidad, desarrollando una visión a largo plazo y fomentando la innovación, la creatividad y la sensibilidad del humanismo. Siempre en búsqueda de la excelencia, porque esta no es un fin en sí misma, es o debería ser el mismo camino de la vida.
UIE se centra en vosotros, en los estudiantes que hoy celebráis una nueva e importante etapa para continuar aprendiendo, para seguir explorando otros campos del conocimiento y de la vida misma. Ojalá que hayamos contribuido, y que lo sigamos haciendo en el futuro, a crear una comunidad de aprendizaje en la que todos los integrantes, estudiantes y profesores, hayamos aprendido los unos de los otros y entre vosotros y nosotros. Esa es la intención genuina de nuestra misión, poneros en el centro de nuestra estrategia, sois nuestro primer compromiso institucional, porque centrar la educación en el estudiante significa orientar el papel del maestro hacia la armonía con las demandas futuras que esta sociedad os va a plantear, transformándose como profesor en un aprendiz más, en un facilitador del aprendizaje, en un colaborador del desarrollo afectivo y emocional. Planteamos de esta manera el proceso de aprendizaje porque sabemos que tenemos la responsabilidad de ayudar a las personas del futuro, a vosotros, a estar libres de prejuicios, a que aprendáis a comprender el todo y a actuar sobre sus partes, a que cultivéis el aprendizaje continuo a lo largo de la vida; a que, en definitiva, estéis mejor capacitados en las dimensiones cognitiva y afectiva, promoviendo así vuestro desarrollo integral como personas y profesionales. Con este enfoque, los maestros también estamos aprendiendo de vosotros y del propio ejercicio de la enseñanza. Al acompañaros en el camino, nos hemos esforzado por intentar estar al día en el conocimiento, hemos desarrollado capacidad autocrítica y hemos aprendido tolerancia, comportamiento ético, sensibilidad estética y moderación en lo superfluo.
En definitiva y sin desatender el plano cognitivo de las fuentes del conocimiento y con las referencias puestas en la realidad, en UIE intentamos fomentar en el estudiante el pensamiento crítico, la creatividad, la transformación, la adaptación al cambio permanente y la anticipación al futuro. La adquisición de estas destrezas nos ayudará a navegar en este nuevo mundo que vemos, oímos y sentimos aproximarse a pasos acelerados y que nos exige una visión éticamente responsable, no solo de la sociedad en que vivimos, sino de todo el planeta, y de la supervivencia y bienestar de todos los seres que lo habitan. La universidad más que nunca es un lugar para la creación y, como la deseaba el filósofo Bertrand Russell, un lugar «para el ensanchamiento de la mente y el corazón mediante un análisis imparcial del mundo».
No olvidemos que, como en la metáfora universal del río de Heráclito de Éfeso, la vida es cambio y por tanto es evolución, por ello el eje de la educación es, como ya lo he venido afirmando durante años, «formar al ser humano para el cambio permanente y aún para la eventual crisis producto de la transición».
Asimismo, dentro de la dimensión cognitiva y estructural de la educación, trabajamos para enfocar nuestras acciones hacia el concepto de “Lifelong Learning” o aprendizaje a lo largo de la vida. Esta sociedad cambiante que fluye sin detenerse obliga a vivir de forma fragmentada, como si la vida se compusiese de pequeños episodios discontinuos e independientes. Uno de los objetivos de nuestra educación es ordenar, hilar e hilvanar estos episodios a través de la constante renovación de la formación y de la misma transferencia del conocimiento, fomentando la emancipación de los estudiantes, en cualquier etapa de su vida. Proporcionándoles habilidades, disposiciones o actitudes, intentando dar respuesta a los nuevos perfiles de empleo que emergerán, al reciclaje profesional en todas las edades, a la investigación sobre los nuevos dominios de las ciencias y la tecnología, y a las vertientes humanistas indispensables para el desarrollo del pensamiento crítico y a su aplicación social y cultural. Es decir, el profesional del futuro estará apresado de por vida en el aprendizaje, y educación y trabajo irán de la mano y no una a expensas de la otra. Estaremos gratamente atrapados en la sociedad del aprendizaje.
Propugnamos, también, el concepto de educación gestáltica, opuesta a la fragmentación, donde teoría y praxis, como aprendizaje experiencial, son parte integradora del conocimiento, de manera que se hace necesario combinar la teoría con la práctica, la prescripción con la innovación y la creatividad, la certeza con la incertidumbre y la armonía con el propio caos.
Nos proponemos trabajar para asumir el concepto de educación innovadora y anticipatoria, proyectando una institución de educación superior que abarque los dos modelos educativos que la sociedad ya demanda: el que combina educación presencial, como integración insustituible de la socialización académica y el conocimiento; y el modelo de formación a distancia, de necesidad incuestionable para el desarrollo autónomo del aprendizaje, la actualización permanente y el reciclaje profesional, insertos ya de por vida en cualquier profesión.
Finalmente, proponemos una educación libre de etnocentrismos que prepare a las personas para un futuro que se presenta interétnico e intercultural, que respete la variedad y la singularidad. A medida que uniformamos la variedad, reducimos el potencial creador de los pueblos. Nos dirigimos al abismo del autoritarismo y el ejercicio totalitario del poder, a ese mundo descrito magistralmente por Orwell. Educar para la diversidad lleva implícita y presupone una educación para la igualdad basada en los conceptos de creatividad, fraternidad y solidaridad, pero también de esfuerzo personal.
Y es en este tipo de educación que respeta la diversidad. donde comienza el gran desafío para combatir la pobreza, la violencia, el racismo, la cultura de la guerra, la ignorancia y todo aquello que se opone a las sociedades democráticas y libres. Solamente en la educación integral, al mismo tiempo afectiva y cognitiva, encontraremos todos, discentes y docentes, el camino hacia una sociedad más avanzada, justa y cívica. A la amplitud y profundidad del conocimiento se impondrá la necesidad de tener que reaprender y más difícil aún, desaprender, especialmente cuando trabajamos con competencias afectivas y utilizamos las capacidades de la inteligencia emocional. Está demostrado en psicología del aprendizaje que, en la mayoría de los casos, es más difícil desaprender viejas conductas que aprender las nuevas.
Os hemos acompañado durante un tramo del curso de vuestro río de vida, y seguiremos haciéndolo desde el propio claustro de profesores que estarán ahí para asesoraros, para serviros de guía y de escucha; también desde nuestros programas académicos con la nueva oferta de grados y postgrados que estrenaremos este próximo curso académico en inteligencia artificial, ingeniería de la empresa, negocios digitales, tecnología e inteligencia de datos empresariales o la misma de administración y dirección de empresas y del MBA, a las cuales representáis todos vosotros hoy, aquí. La oferta académica es sólo una muestra de los nuevos programas que iremos desarrollando cada año. Asimismo, os acompañaremos desde las actividades de educación ejecutiva y formación permanente y desde la Alumni, nuestra asociación de estudiantes, que se ha constituido como un espacio de relación profesional y como el canal que enlaza al estudiante con la empresa y con la propia UIE.
Me dirijo a las promociones de los años 2021 y 2022 del Grado en ADE-BBA y del MBA. A todos vosotros, y a vuestras familias, les dirijo mi agradecimiento y felicitación. Gratitud por vuestras aportaciones: hemos aprendido de vosotros, en lo intelectual y en lo humano, porque todo intercambio conlleva un aprendizaje, y por ello hemos crecido a vuestro lado. En eso consiste la educación, en aprender del otro, en compartir el conocimiento, en formarse continuamente y en cualquier etapa del río de la vida. Felicitación por haber superado una etapa que os abre la puerta para continuar aprendiendo. ¡Enhorabuena por ello!
Os expreso, también, un deseo de esperanza: ojalá hayamos contribuido a que cada uno de vosotros haga de su profesión y de su vida un ejercicio ético, con esa dosis de humildad que emana del que sabe mucho y cree saber poco, porque esa actitud le conmina a seguir aprendiendo. Del que sabe que el futuro es incertidumbre y que hay que acostumbrarse a vivir con ella, con la incertidumbre, porque cuanto más avanzamos en el conocimiento, más nos cercioramos de la desaparición del futuro previsible, de que la felicidad o la catástrofe son igualmente posibles e inminentes, de que la existencia humana conlleva la inseguridad, la ansiedad y la angustia, a la par de las emociones más felices. Desde la humilitias más sincera quiero expresaros nuestras disculpas por los posibles errores que hayamos cometido en este camino sin fin que es la docencia; de los errores también aprendemos si rectificamos.
Finalmente, una petición: no dejéis de seguir aprendiendo sistemáticamente. Educarse a lo largo de la vida es intrínseco al ser humano y en este mundo líquido y mutante es más necesario que nunca. Qué razón tiene Eric Hoffer al señalar que, «en una época de cambios drásticos, los que están aprendiendo heredarán el futuro. Los que ya han aprendido, se encontrarán equipados para vivir en un mundo que ya no existe».
El aprendizaje continuo obliga a cambiar constantemente, a estar en permanente transformación. Es, en cierto modo, una forma de enfrentarse a la incertidumbre, es aprender para el futuro. Y aprender para el futuro no sólo es estar al día, no sólo es acumular conocimientos, es aprender a cambiar, aprender a pensar, aprender a escuchar, aprender a cuidar, aprender a compartir, aprender a crecer, aprender a seguir aprendiendo, aprender a llegar al itinerario bajo del río de la vida, es aprender a morir. Es en definitiva aprender a saber ser.
Feliz travesía, navegantes de futuro, disfrutad del curso de vuestro río con fortaleza, la que aporta el conocimiento, admirad la belleza del cauce, cultivad la genuina amistad así como acarician los afluentes a nuestro rio, aprended a cada paso, adaptaos y recordad el verso del poeta estadounidense Waldo Emerson de que «a la manera que el río hace sus propias riberas, todo conocimiento construye sus propios caminos y conductos» ¡Aprended y construid!