«Los que están aprendiendo heredarán el futuro. Los que ya han aprendido se encontrarán equipados para vivir en un mundo que ya no existe»
En el ámbito de un congreso de educación, hacía unas reflexiones con un pasaje de ese bello y profundo cuento de Alicia en el país de las Maravillas. Como todos saben, hay un personaje que es la Reina Roja que invita a Alicia a correr y correr, y cada vez más desesperadamente. Alicia, en esa carrera frenética, se da cuenta de que están en el mismo sitio; que no han avanzado, que se encuentran en el mismo lugar. Alicia, exhausta tras esta carrera, le pregunta a la Reina: «Pero… qué cosa tan curiosa, que hemos corrido tanto, y no hemos avanzado». «Ah -le dice la Reina-. Este país es muy rápido, aquí hay que correr mucho para estar siempre en el mismo lugar. El país suyo, a lo mejor es un país muy lento, en el que uno corre y avanza». Esa es la realidad de la educación, del mundo del conocimiento. Hay que estar en una carrera permanente para estar en el mismo lugar, porque si uno deja de correr empieza a quedarse atrás. Para poder avanzar, habría -como dice la Reina Roja- que estar corriendo siempre y no parar nunca.
De modo que la educación es sencillamente un proceso sin fin y el aprendizaje un viaje continuo sin retorno. La educación, y específicamente la escuela o la universidad, tiene que revolucionar su naturaleza actual para estar cambiando sin pausa, para crear impronta en su comunidad de que el aprendizaje es la capacidad del ser humano para anticiparse al futuro, para resolver las situaciones nuevas, para arriesgarse a pensar, para seguir aprendiendo, para dar un sentido ético y solidario a su vida. Pero todo ello tiene que comenzar por los propios actores universitarios, aplicando estas premisas a nosotros mismos. Pasar de una educación de refugio al empleo a una educación profesional, vocacional hasta la médula. Si la institución educativa apuesta por los cambios superficiales y caprichosos, por los cambios cosméticos, por un simple cambio de estructuras, por el aprendizaje fragmentado y terminal, le pasa lo que al país de Alicia: se queda atrás, por no haber corrido lo suficiente para mantenerse en el mismo lugar del conocimiento integral, de cultura, de solidaridad y de libertad. Hace falta que toda la ciudadanía abrace la educación a lo largo de la vida como subsistencia semejante a las demás necesidades biológicas. Qué razón tiene Eric Hoffer al señalar que, «en una época de cambios drásticos, los que están aprendiendo heredarán el futuro. Los que ya han aprendido se encontrarán equipados para vivir en un mundo que ya no existe».
Por ello, las instituciones universitarias del futuro no medirán la adquisición de los conocimientos según el tiempo utilizado, ni en carreras, ni en titulaciones, ni en certificados. Los títulos universitarios serán reemplazados gradualmente por una demostración de competencias académicas y profesionales a lo largo de la vida. También se requerirá que el profesorado universitario cumpla con estas competencias. Las competencias cognitivas, metacognitivas y afectivas de cada estudiante serán autoevaluadas y evaluadas permanentemente. Al mismo tiempo, se desarrollarán a lo largo del currículo las competencias transversales que definen especialidades y áreas de conocimiento en el continuo educativo y profesional. A la amplitud y profundidad del conocimiento se impondrá la necesidad de tener que reaprender y, más difícil aún, desaprender, especialmente cuando trabajamos con competencias afectivas y utilizamos las capacidades de la inteligencia emocional. Está demostrado que, en la mayoría de los casos, es más difícil desaprender viejas conductas que aprender las nuevas.
Hace ya exactamente cuarenta y cinco años, en la celebración del Primer Congreso Internacional sobre Nuevas formas de Educación Postsecundaria (LACFEP), en Caracas, Venezuela, expresaba que los nuevos medios electrónicos serían inevitables y necesarios en las estrategias didácticas del aprendizaje, y que todas estas formas deslumbrantes de ayudar a aprender buscaban entregarnos solamente una persona entrenada. Pero lo que nosotros deseamos y necesitamos es una persona educada. Un ser humano capaz de comprender el vertiginoso mundo de su tiempo; un ser humano capaz de adaptarse a él y transformarlo. Las mujeres y los hombres solamente entrenados que nos proporcionan las máquinas verán que lo que ellas les enseñaron se torna poco a poco en desuso. La persona educada desarrollará nuevas habilidades cuando fuere necesario; será capaz de dar trascendencia ética a su vida; no competirá fieramente con sus contemporáneos, sino consigo mismo. Apoyemos este desiderátum desde la universidad haciendo de la educación la prioridad de toda una vida.
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© 2021 Miguel Ángel Escotet. Todos los derechos reservados. All rights reserved. Este artículo ha sido publicado por La Voz de Galicia el 13 de julio de 2021 y puede ser reproducido citando las fuentes correspondientes. La cita apropiada es como sigue: Escotet, Miguel Ángel (2021). Aprendices de por vida. La Voz de Galicia, 13 de julio. Retrieved from https://www.lavozdegalicia.es/noticia/educacion/2021/07/13/aprendices-vida/0003_202107G13P18991.htm
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Imagen del banner por Mabel Rodriguez. Imagen dentro del texto corresponde al cuadro de Almudena Fernández, No se llama, creada en 1999 y que forma parte de la Colección ABANCA. El lienzo se inspira en la obra de Lewis Carroll, Alicia a través del espejo.