La Universidad en general no tiene suficientes alianzas estratégicas con la sociedad que permita la creación de un espíritu de compromiso y colaboración entre ambas. Este sistema de alianzas debería ante todo orientarse a 10 estrategias imprescindibles:
- La participación total de los sectores de la economía en los programas de investigación básica y aplicada de la universidad.
- La participación de los especialistas del sector productivo, especialmente en aquellos programas prácticos y cursos utilitarios de la universidad.
- La inserción de la universidad en un sistema de educación permanente, de postgrado y de formación continua dentro de la empresa, sectores de salud y otras áreas laborales.
- La relación de los sujetos que aprenden -el profesor y el estudiante- con el mundo del trabajo y la cohesión social y la flexibilización de los aprendizajes por parte de la universidad.
- La ampliación de los ámbitos clásicos de cooperación universidad – empresa a los dominios del sistema de valores y de las industrias culturales.
- La participación en programas de servicios y proyectos comerciales como respuesta a la socialización del mercado.
- La financiación de programas como compensación al desarrollo de patentes, propiedades de procesos tecnológicos y copyright.
- El desarrollo de sistemas que permitan compartir la infraestructura científica y tecnológica para innovar, mejorar la calidad y acelerar los procesos de transferencia.
- El retorno económico de la empresa a la universidad según el número de profesionales universitarios que tiene y utiliza.
- El orientar parte de las acciones de responsabilidad social corporativa de las empresas como apoyo a la formación universitaria de los estudiantes, a través de becas, respaldo tecnológico y prácticas remuneradas de inserción laboral, especialmente para los sectores más necesitados de la sociedad.
Actualmente se estima que los conocimientos se duplican en el mundo cada 4 años y medio y dado que este tipo de crecimiento es geométrico el lapso de tiempo se irá reduciendo. En este sentido, los sectores productivos de la sociedad necesitan de fases de reciclaje permanente de adaptación a los cambios y de renovación de sus procesos y tecnologías para ser competitivos en el marco nacional e internacional. Esto implica la necesidad de un sistema de aprendizaje permanente, de educación continua que favorezca el reciclaje de profesionales, la renovación de conocimientos, la movilidad profesional y especialmente la planificación estratégica que permita conocer las necesidades reales del mundo laboral de hoy y mañana. Esto sólo es posible sí universidad y empresa crean una alianza sólida para enfrentar este reto.
Esta formación continua para la empresa tiene que tener características propias, además de las que corresponde a otro tipo de formación:
- Cursos concretos y breves para satisfacer necesidades puntuales y en los que participen profesores, tanto de la universidad como de las empresas.
- Desarrollo de formación online adaptada a este medio. Es decir, no se trata de reproducir el sistema presencial al sistema online. Este tiene su propia idiosincrasia y sus propios medios tecnológicos que exigen mecanismos multimedia muy distintos a los demás.
- Actividades formativas y de mentoring que debe realizarse no sólo en la universidad sino en los mismos lugares de trabajo.
- Programas de reciclaje que estén orientados al pleno empleo y a una productividad exigente, siempre dentro de un sistema de valores que premie los comportamientos éticos en el desempeño profesional.
Todo ello determinará abrir las puertas de la universidad a la sociedad, hoy por hoy aislada en el cultivo de su propia vanidad y alejada de la sociedad con la que tiene un compromiso cívico y a la que debe rendir cuentas.